Oficio de valientes

ASDBU
Diario de Burgos El Club Estela de la asociación Síndrome de Down premió a seis empresas e instituciones burgalesas que han tenido el coraje de incluir en su plantilla a jóvenes con esta discapacidad intelectual. Foto de familia con todos los representantes de las empresas e instituciones premiadas y los trabajadores con síndrome de Down. Si en algo coincidieron ayer todos los premiados por el Club Estela de la asociación Síndrome de Down Burgos fue en destacar lo mucho que las personas con esta discapacidad intelectual han aportado a las empresas e instituciones en las que trabajan. Tesón, laboriosidad, responsabilidad, vinculación con la labor y ternura -algo que raramente se ve en el ámbito laboral- fueron algunas de las características destacadas por los jefes de Iván Samaniego, Laura Alonso, Isabel Pérez, Laura de Pedro, Álvaro Martín, Rocío Ordóñez y Natalia Arias, los ‘siete magníficos’ que se levantan cada mañana a darlo todo en el Ayuntamiento, la Diputación, Caja de Burgos, Benteler, Eroski y Telepizza. Fueron precisamente estas instituciones las que recogieron sus galardones, todo un reconocimiento a la valentía -y más en estos tiempos- de contar en su plantilla con gente con discapacidad intelectual que necesita su tiempo de adaptación, su apoyo y que tienen su ritmo, tan diferente del que impone la sociedad a los que no tienen esa discapacidad. Así que la emoción estaba servida en el acto celebrado ayer y al que acudieron el viceconsejero de Empleo de la Junta, Ignacio Ariznavarreta; el alcalde, Juan Carlos Aparicio; el presidente de la Diputación, Vicente Orden (ambos premiados) o el rector de la UBU, Alfonso Murillo, entre otras autoridades. Cada uno de los ‘curritos’ fue el encargado de entregar al responsable de su empresa o institución el premio consistente en una figura de la artista Guadalupe Óscar. Luego no se animaron a decir unas palabras. Por eso, en nombre de todos, Natalia Arias dio las gracias por la confianza depositada -ella, concretamente, trabaja en el Ayuntamiento y es campeona paralímpica de natación- y expresó toda la satisfacción que les supone sentirse útiles. Y es que la tasa de ocupación en esta discapacidad intelectual es mínima. En Burgos, de una población de 230 personas con síndrome de Down en edad de trabajar solo lo hacen estas siete. Una situación «razonable» para el gerente de la asociación, Luis Mayoral, sería conseguir duplicar el número de trabajadores de este colectivo. «Cuando las empresas toman la decisión de incluir a una persona con síndrome de Down todo son facilidades pero hasta llegar a ese punto hay muchísimo desconocimiento que intentamos paliar a base de información. La red que nosotros hemos generado nos facilita mucho la inserción, es más el problema de estructura para realizar nuestra metodología, que es empleo con apoyo, que los que encontramos en las propias empresas», explicó.
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